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Qué suerte que llegan acá

Hay películas que mucho valen la pena del vecino Brasil, cuya crisis política y económica no contamina, por suerte, al mundo de la creación cinematográfica. Y desde Europa, también por suerte, pervive la senda trazada hace tantos años, en la posguerra, por alguna gente inquieta que quería ver las calles y los campos, reales, en las pantallas.

La mujer del padre (Brasil-Uruguay, 2016)

Brasil siempre se las arregla para generar películas que importan. Para probarlo acá nomás está aún en cartelera la recientemente estrenada Aquarius, de Kleber Mendonça Filho, que tras el rostro paradigmático de Sonia Braga llevó a las pantallas de medio mundo un tema universal, aunque encarnado en paisajes, personajes, música y sonidos brasileños.
En este festival, Brasil vuelve a estar, como es usual, bien representado. Uno de los aspectos nada desdeñables de ese país enorme es la variedad de sus paisajes y culturas locales, que hace tiempo también vienen teniendo su representación en el cine. Si Mendonça Filho en Aquarius trae los aires de Recife, Cristiane Oliveira acerca los de la frontera con Uruguay en La mujer del padre, Marília Rocha los de Belo Horizonte en La ciudad donde enveje...

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