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Tormenta perfecta

La presencia de Noam Chomsky en Montevideo puede ser vista como un ejercicio de honestidad intelectual de parte de la Fundación Liber Seregni. Convocar a uno de esos “intelectuales comprometidos” que no se privan de criticar algunos puntos centrales de las políticas implementadas por la mayor parte ¬–si no por todos– de los gobiernos de la llamada “ola progresista” latinoamericana en distintas áreas puede sonar a audaz.

Foto: Fernando Pena

Es posible también leer la iniciativa como parte de ese peculiar ajedrez político que se da en la interna del Frente Amplio entre el mujiquismo y el astorismo. Si Chomsky llegó a exponer el lunes pasado en el Salón Azul de la Intendencia de Montevideo (IM), dijo Agustín Canzani, presidente de la fundación promotora de la conferencia, fue por gracia de José Mujica, a quien el lingüista –y filósofo y politólogo– estadounidense había venido a visitar.1 Chomsky se dejó convencer de realizar una presentación pública, y el Pepe se declaró gustoso de servirle de “telonero” en un tándem que a él y a los suyos les sirve sin duda para seguir cultivando un “diferencial” presuntamente izquierdizante y libertario que les cuesta cada vez más imponer entre casa, pero que se cuela como por un tubo fuera d...

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