Por más que el personaje que aquí interpreta Mel Gibson sea un pillo de siete suelas, la historia se encarga de demostrar que sus víctimas son casi siempre malhechores de mayor rango, acostumbrados a moverse tanto dentro como fuera de la ley.
De ahí que el protagonista de inmediato le caiga simpático a una platea deseosa de que todo le salga bien a un pez chico que se las ingenia para burlar a corruptos, explotadores y mafiosos de la peor calaña. Gran parte de la acción transcurre en un caserío mexicano fronterizo llamado El Pueblito, en medio del cual se levanta una prisión más abierta que la que describía el sainete rioplatense Ya tiene comisario el pueblo. Allí “alojan” al delincuente Gibson, autor de un audaz robo cuyo botín ha pasado a manos que conviene no revelar. Las entradas ...
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