Ocurre de vez en cuando que un festival, que ha torturado por igual al público y a la crítica presente con una selección de películas arbitraria, sobre todo en la competencia principal, termine con un palmarés de calidad.
En efecto, el Oso de Oro en esta 67ª Berlinale fue para el film húngaro On Body and Soul, que no sólo le hace justicia a la historia y trayectoria del festival, sino que es además la prueba de que entre tantas películas que no se sabe bien por qué han quedado en la selección hay algunas que es claro que han entrado allí por mérito propio y por la voluntad de los programadores de seguir eligiendo algo de lo mejor que se está haciendo. On Body and Soul no es la única joya descubierta en la competencia de la 67ª Berlinale, claro, se pudo ver también una delicada y perfecta p...
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