Hasta 1995 la orfandad de la creación audiovisual en Uruguay era prácticamente completa. Por lo menos a nivel oficial. Es cierto que había productoras muy activas, como Imágenes o Cema, y que la aparición del video había posibilitado la creación, sobre todo, de documentales, mediante trenzas de financiaciones de aquí y de allá formando un sedimento de conocimientos técnicos, búsquedas expresivas y formación profesional.
Fue sobre ese paisaje de actividad ya iniciada pero con carencias prácticas infinitas que se creó el Fondo para el Fomento y Desarrollo de la Producción Audiovisual Nacional (Fona) en la Intendencia de Montevideo bajo la administración del arquitecto Mariano Arana, que destinó a ese fondo el canon que debían pagar los canales privados de televisión abierta, más aportes que ...
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