Señor presidente de la República Oriental del Uruguay:
Le agradezco que haya tenido a bien poner en mi conocimiento, al mismo tiempo que se difundía públicamente en Uruguay, su respuesta de fecha 5 de noviembre a la carta abierta que le dirigí el 10 de octubre anterior. Ese texto no me ahorra preguntas y perplejidades.
Dice usted que ordenó una “discreta investigación” sobre la desaparición en Montevideo de mi nuera y su bebé, que tuvo lugar a fines de diciembre de 1976. Esa averiguación debe, en efecto, haber sido discreta: no habla, no dice, no contesta. Por ejemplo: señala usted que se examinaron “copiosas actuaciones” de la Comisión Investigadora del Parlamento creada en 1985 y de tribunales civiles en los que se ventilaron los casos de los ciudadanos uruguayos secuestrados...
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