La selección uruguaya tuvo la mejor despedida premundialista de la que se tenga registro. No porque haya avasallado a sus rivales ni exhibido un fútbol pulido y contundente, sino porque logró despertar un entusiasmo genuino en las decenas de miles de espectadores y espectadoras que abarrotaron el Centenario como nunca antes para ver un par de partidos amistosos ante rivales de medio pelo. La gente –muchos niños y niñas incluidos– se fue feliz para sus casas, por más que persista la angustia sobre la evolución de la rodilla de Suárez. Pero ya al ver que Forlán metió un par de buenos tiros libres y que Muslera parece llevarse mejor con la Brazuca que con la Jabulani, no podemos evitar entusiasmarnos.
Quizás no haya sido mucho lo que demostró Uruguay en estos últimos 180 minutos de fútbol p...
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