Cuando usted lea estas líneas, la segunda Copa del Mundo de Brasil ya habrá comenzado. Habremos asistido a una ceremonia de inauguración muy colorida, en la cual la televisación habrá tenido que hacer malabares para dejar fuera a los silbidos que precederán y acompañarán el discurso inaugural de Joseph Blatter, cuyo respaldo popular es comparable al registrado por Jorge Batlle en 2002. Lo cierto es que el sábado debuta Uruguay, y no sé a usted, pero a mí ya me está preocupando ver el respeto que los brasileños parecen profesarle a nuestro equipo. Porque el respeto es pariente cercano del miedo, y todos y todas sabemos lo que puede terminar pasando cuando hay 11 brasileños asustados en cancha.
A Uruguay siempre le ha costado mucho debutar en los mundiales. Ya en 1930 le ganamos apenas 1 a...
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