El vasto universo de la ficción televisiva no se muestra avaro en la exploración de territorios. Las series ya no se interesan tanto en los avatares de una pareja protagónica hetero, simpaticona y eternamente enamorada, o en los de un dúo de amigos muy compinches. Los tiempos de la diversidad han enriquecido el prototipo familiar tantas veces representado, dislocándolo e interpelándolo, más allá del obvio interés por llegar a nuevos nichos de audiencias. Tampoco es esta la era de ese formato naturalista o positivista cultivado durante largos años, que abordaba la cotidianidad de policías, abogados o médicos, profesiones predilectas de la industria. Así, por elegir un solo andarivel, las diferencias discursivas y de relato que distancian a er de Grey’s Anatomy o de la propia House resultan...
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