En el interrogatorio al que fue sometido el 30 de setiembre Lucero comenzó admitiendo algunas “presiones” en el marco de “medidas psicológicas” para obtener información. Poco a poco fue agregando algunas “cachetadas”, plantones hasta que el interrogado se desplomaba, un poco de picana –pero no en los testículos, porque había preservado la “dignidad” de los detenidos–, tacho seco y submarino, y a las mujeres las mantenía desnudas, porque el pudor las ablandaba. Identificó a otros dos participantes de las “presiones psicológicas”, el teniente Braida y el oficial Brusconi, ambos convenientemente fallecidos. También mencionó a un médico –Scarabino– y a una médica –López– que informaban a los torturadores cuándo debían parar la mano. Su abogada, Rossana Gavazzo, lo ayudó a hacer memoria y le pr...
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