La novela imanta con un primer capítulo perfecto: se extrañaba, entre la última literatura uruguaya consagrada a la inmigración y a la vida de uruguayos fuera de fronteras, el asalto de un narrador tan acabadamente omnisciente, una tercera persona sobria y al mismo tiempo vibrante, poderosa en metáforas y dotado de una perspectiva casi cinematográfica para montar las escenas. Nos lleva a Missouri, Estados Unidos, y al engranaje sádico de la productividad en un gran lavadero industrial poblado sobre todo por trabajadores ilegales “latinos” –mexicanos, hondureños, ecuatorianos, boricuas–. Es el caso también de Juana, la accidentada protagonista del capítulo y la novela, joven uruguaya que se ha exiliado en Estados Unidos tras la crisis de 2002, y quien presta título al libro: para sus compañ...
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