Es un lugar común en el magro vocabulario de la política cotidiana: “Se juntaron para la foto”. La expresión designa a una producción premeditada. La foto se opera, la escena se trabaja, la sonrisa se ensaya. Los detalles se piensan y negocian apenas menos que el fondo de la cuestión. A mediados de abril fue Pedro Bordaberry quien caminó cuatro cuadras en Castillos para invocar este recurso y unirse en un abrazo con Tabaré Vázquez ante una salva de flashes. Como en una versión edulcorada de un cruel cuento de Juan Carlos Onetti, la foto tiene destinatario preciso: se consuma para que le duela a uno en particular. La más conspicua de esta semana se tomó nada más ni nada menos que en el cuartel general del candidato del Frente Amplio (FA). Y tuvo como protagonistas al propio Vázquez y al di...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate