“No me voy, estoy llegando”, soltó el astuto urdidor de frases José Mujica al abandonar una Torre Ejecutiva que transitó con zapatos apretados durante cinco años y regresar con otros más sobados al Palacio Legislativo, ensalzado, encima, como el líder de la bancada de legisladores más grande del país: 30 disciplinadas manos emepepistas. Poco antes, este innato “bicho político” se había dado el lujo de desactivar el acto que en las redes sociales un grupo de militantes venía anunciando durante el verano para despedirlo a lo grande junto a artistas extranjeros de la talla de Calle 13, León Gieco y Joan Manuel Serrat.
El ex guerrillero prefirió apelar a una prédica ascética y republicana más que a seguir fogueando su fama internacional como el presidente “más pobre del mundo”, entre otras raz...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate