El primer libro de Eduardo Galeano que llegó a mis manos no fue, como para medio mundo, Las venas abiertas de América Latina, sino Guatemala: clave de Latinoamérica, de 1967. Asistí, con muchos otros de mi generación, a la presentación pública de esa crónica estremecida sobre un país castigado hasta el horror, que hizo un Galeano de 27 años, con una voz indignada y clara que capturaba a una audiencia recogida, enterada en ese instante de un genocidio continuado que desde aquí parecía tan lejano. (Esa capacidad de hipnotizar públicos, su manera de decir y su manera de mirar, como un actor consumado que sabe lo que hay que hacer cuando es el foco de todas las miradas, fue una característica que mantuvo hasta el final.) La continuación del título de aquel libro, “clave”, así resultaría. No fa...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate