Cuando Matteo Renzi llegó al gobierno, en febrero de 2014, toda su retórica estaba centrada en la necesidad de renovar la política italiana, “modernizar” al Estado y “reducir sus costos”. Con apenas 39 años, el político nacido en Florencia, rica ciudad del norte del país de la cual fue intendente, se convertía entonces en el jefe del gobierno más joven de la historia italiana, luego de haber copado el Partido Democrático (la fusión entre los antiguos comunistas y los democristianos progresistas) y sin haber sido parlamentario, un caso inédito. Renzi prometía ya un programa que se terminó plasmando en una reforma de la Constitución de 1948 –surgida del antifascismo–, con la cual pretendía reimpulsar una maquinaria política como la italiana, que desde los años setenta del siglo pasado se en...
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