La situación que rodea la actuación del vicepresidente Sendic parece ser el síndrome más notorio de una patología que padece la fuerza de gobierno. Con todas las connotaciones éticas que pueden derivarse del uso de la tarjeta corporativa de Ancap y el posible pronunciamiento adverso del Tribunal de Conducta Política (Tcp) del Frente Amplio (FA), los hechos que lo tienen como protagonista no alcanzan a explicar la totalidad del descaecimiento del Frente y su gobierno a nivel de la opinión pública. Todas las encuestas (más allá de que su nivel de credibilidad puede estar cuestionado después de las elecciones de 2014) arrojan que la intención de voto se ubica en el entorno del 31 por ciento, por debajo del Partido Nacional, algo que no ocurría desde hace décadas. Lo cierto es que hoy no super...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate