Las ciencias sociales que despliegan nuevos paradigmas solidarios con las víctimas de violencia familiar conviven, y a veces se infectan, con paradigmas funcionales al sistema dominante, opresor por definición.En violencia familiar no se adivina un más allá. No se alcanza a imaginar cuál y cómo será ese más allá si primero no se reconoce que las instituciones tradicionales continúan sosteniendo sus principios aunque se maquillen mediante cursos llamados “de capacitación”.En oportunidades, los conocimientos de los asistentes a esos cursos no comienzan por el esclarecimiento de lo que significa “emancipación”, lo cual demanda ver las cosas más claras y suponer qué se puede esperar de los ímpetus de esta violencia familiar. Por ejemplo, no es prometedor intentar cambiar los contenidos mentale...
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