El verano parece conspirar para despejar las candidaturas que aspiran a gobernar la séptima intendencia consecutiva capitalina del Frente Amplio. Todavía, los que están con pretensiones, son más de los admitidos por la norma legal. La decantación se demora y nadie quiere perder los espacios de poder que restan después de la derrota electoral de las elecciones nacionales.
Érase una vez en
1989, cuando el Frente Amplio (FA) sorprendió con un candidato a la Intendencia
de Montevideo (Im), que procedía
desde tierras cercanas a la política, pero que no era conocido por su
militancia partidaria, aunque estaba afiliado al Partido Socialista (PS). Había
sido presidente del Club Progreso, que en ese año resultó campeón uruguayo, y,
además, fue tesorero de la Comisión Pro Referéndum para derogar la ...
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