Fue en la esquina de Pensamiento y Roncadera, en el barrio Santa Catalina. En la noche del lunes, pasadas las 12, un grupo de amigos estaba hablando y tomando un vino en la calle cuando una camioneta blanca sin identificación alguna estacionó frente a ellos. Cuatro policías de civil bajaron “fuertemente armados” y, apuntando con sus armas largas hacia los jóvenes, “comenzaron a gritar: ‘¡Detenidos, contra la camioneta! ¡Detenidos!’”. En medio de la sorpresa y el nerviosismo, el mayor, de 24 años, apenas atinó a preguntar: “¿Por qué me detienen?”. La simple pregunta fue el disparador de la primera serie de patadas, piñas, pisotones, que se repetirían cuando el muchacho alcanzó a gritar a una vecina: “¡Avisale a mi madre!”, y que presagiaban la larga noche que comenzaba.
Ya dentro de la...
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