En mayo de 2022 se hizo una audiencia pública, en la localidad de Tambores, en la cual la empresa Belasay SA presentó su proyecto denominado Tambor, para producir hidrógeno verde por electrólisis. Según la información, la iniciativa consumirá de 700 a 800 metros cúbicos de agua diarios, extraídos del acuífero Guaraní, y energía eléctrica (de 300 a 500 megavatios) producida por un parque solar de 500 hectáreas de placas fotovoltaicas y 33 molinos de energía eólica, también ubicados en la zona.
El espacio de 100 hectáreas donde se instalará la planta química está a unos 2 quilómetros de la villa, por el camino a Piedra Sola, a unos 500 metros del cementerio local. Más concretamente, se ubica en el establecimiento San Bentos, propiedad de un productor rural de la zona. El parque fotovoltaico estará en la misma estancia, y el parque eólico se distribuirá en varios campos de productores rurales de la zona.
En aquella audiencia no se informó sobre la producción ni el impacto ambiental o sociocultural que el proyecto provocará en la zona de Tambores, pero se puso énfasis en la recategorización del suelo. Hubo una exposición muy adornada sobre el cambio de la matriz energética, sobre la importancia de no usar combustibles fósiles y sobre la idea de que el futuro está en productos amigables con el medioambiente, como el hidrógeno verde. Les hicieron creer a los 400 vecinos reunidos en el Club Huracán de Tambores que el pueblo iba a estar a la vanguardia, como si estas 1.500 personas de vida campestre y tranquila pudieran salvar a la humanidad del cambio climático.
Hace casi un año de aquella instancia y en Tambores la desinformación y la incertidumbre ganaron los breves y rurales espacios de esta villa alejada del gran mundo.
Igualmente hubo espacio para reflexionar sobre el proyecto presentado al Ministerio de Ambiente y al Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM). Y lo que dice con claridad ese documento es que se producirán 13 mil toneladas anuales de hidrógeno verde y se conseguirán 95 mil toneladas de dióxido de carbono (CO2) para producir y vender 70 mil toneladas de metanol. La confusión estriba en que la empresa y las autoridades siguen haciendo lobby con el hidrógeno verde y eso desconcierta a los pobladores de Tambores.
Pero recientemente este aspecto del proyecto comenzó a aclararse. Una reunión de vecinos en Tambores, el sábado 25 de marzo, develó las preocupaciones de los pobladores sobre el proyecto Tambor y dejó en claro que se obtendrá hidrógeno para que el producto final sea metanol. La reunión informativa, llevada adelante en el salón multiuso de Mevir III de Villa Tambores, fue convocada por el grupo Agua es Vida, de Cerro de la Aldea, Valle Edén, Tambores y Tacuarembó. Hubo exposiciones de la socióloga Selva Ortiz (Redes Amigos de la Tierra) y de la licenciada en Desarrollo y docente de la Universidad de la República Ana María Barbosa (también pobladora de Tambores).
Barbosa dio información general del proyecto y contó que días antes había sido entrevistada por un medio capitalino (Radio Centenario) y, como su entrevista se viralizó, fue contactada por el MIEM para coordinar una reunión y «aclarar algunos puntos». Se comunicó con ella la coordinadora del programa de hidrógeno verde de ese ministerio, la ingeniera ambiental María José González.
Barbosa contó que la ingeniera González reconoció que el proyecto Tambor producirá metanol para colocar en el mercado internacional y que el hidrógeno servirá para la síntesis de ese tipo de alcohol. Dijo, además, que se habla de «hidrógeno y derivados», pero que, en realidad, se debería hablar de metanol, más asociado a combustibles, fertilizantes y demás, y que el propio documento publicado por la empresa no refleja bien este punto. Igual defendió la idea de que el metanol que se producirá tiene sello verde porque el dióxido de carbono provendrá de restos vegetales, como biomasa, cáscara de arroz o licor negro de las papeleras. En la reunión de Mevir III, Barbosa ironizó con relación al CO2 proveniente de la forestación, como si los monocultivos de árboles, plagados de agrotóxicos, tuvieran sello verde.
En su exposición, Ortiz señaló que en este momento en ningún lugar del planeta se está produciendo hidrógeno verde. Señaló que su tecnología aún está en estudio de viabilidad y que en España están en suspenso los trabajos por cuestionamientos. Se explayó sobre el cambio de la matriz energética y explicó cómo Europa lo quiere hacer a expensas de América Latina, haciéndonos creer que también somos culpables del cambio climático y así extraer nuestros recursos. Afirmó que el proyecto Tambor, en Tambores, es experimental.
Hubo intervenciones interesantes. Entre ellas, el vecino Oscar Núñez habló de las características rurales de los pobladores de Tambores, que no saben defenderse y que «si los estancieros les imponen algo, ellos lo aceptarán sin estar convencidos». Una productora rural, Gladys de Souza, conocida ambientalista, denunció que «ya son 11 los dueños de campos de la zona que tienen contrato con la empresa para tener molinos eólicos en sus predios y que ya están ganando dinero». Agregó que cree que serán los únicos que ganarán algo. Un médico de Tacuarembó, Juan Pírez, explicó con detalles los peligros del metanol y consideró que si eso afectara a los pobladores del lugar sería parte del riesgo y del experimento de la producción.
Se hizo general el temor a la presencia de 1.900 obreros durante dos años para la construcción de la planta química y se enfatizó que el cambio sociocultural sería dramático. Se puso el ejemplo de los daños que quedaron en Fray Bentos y ahora en Paso de los Toros con la proliferación de bares y prostíbulos –a instancias de la instalación de las plantas de celulosa–, sumado al peligro de las drogas, asuntos a los que Tambores no es ajeno, pero su incidencia en el pueblo es mínima. Se dijo también que no existen trabajadores calificados en Tambores para una planta química y, si bien algunas personas podrán trabajar en la etapa de construcción, en la producción posterior ningún poblador local tendrá trabajo.
El punto central fue el agua. No solo porque podrá afectar el consumo de Tambores, pues se extraerá de la misma napa del acuífero, que es pequeña, sino por el agotamiento del recurso en el proceso de electrólisis.
En resumen, la empresa y algunas autoridades han convencido a muchos pobladores de que habrá trabajo y el progreso llegará a Tambores. Barbosa dijo que la paz y la tranquilidad que mucha gente del planeta ha perdido por el afán del consumo y el extractivismo Tambores ya las tiene y las perderá a cambio de nada. Se preguntó qué es calidad de vida sin desarrollo humano, en un pueblo que ni siquiera tiene farmacia, estación de servicio o saneamiento. Se preguntó, además, dónde estará el progreso cuando se dependa de una empresa y no haya control del Estado. Por último, enfatizó que siempre hay ganadores y perdedores, y que ya se sabe de qué lado está Tambores.