El sol quema la piel de cualquier transeúnte que se entregue a su suerte sobre el mediodía. En el centro de Durazno son pocos los que rompieron el pacto con el ventilador y transitan a pie por las calles principales. Una, dos, tres banderas de Uruguay se pueden ver al pasar colgadas en distintos balcones; sin embargo, no alcanzan a evidenciar lo que en un rato sucederá fuera de la ciudad. Al salir hacia la ruta, una fila quilométrica de camionetas, autos y ómnibus marchan hacia la Sociedad Rural de Durazno, en Santa Bernardina, con banderines colgados en las ventanas, y se escucha algún que otro bocinazo de complicidad.
La prisa no corre al malón de productores agropecuarios que va llegando al evento. Algunos se van a comprar comida, otros buscan suerte en los pocos lugares de sombra que h...
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