No está bien explicar un chiste, y el título de esta nota lo es. Remite a Aristóteles, claro, pero también al ornitorrinco. Intenta, seguramente sin éxito, representar a Umberto Eco de un plumazo. En la introducción a Kant y el ornitorrinco, Eco escribía: “Quizás la presencia de tantos gatos, y perros, y ratones en mi discurso me ha llevado de nuevo a la función cognoscitiva de los bestiarios moralizantes y de los cuentos de hadas. En el intento de, por lo menos, poner al día el bestiario, he introducido el ornitorrinco como héroe de mi libro. (…)
Deudor como soy de Borges de tantas ideas en el curso de mi actividad previa, era un consuelo que Borges hubiera hablado de todo, salvo del ornitorrinco, y disfrutaba así al haberme sustraído a la angustia de la influencia. Mientras iba a dar a l...
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