En los últimos días dos conflictos de intereses han monopolizado el mundo del fútbol sudamericano. Por un lado, el convencimiento de muchos y muchas respecto a que “hubo tongo” en el sorteo del Mundial. Por el otro, la puja Casal-Figueredo por los derechos de televisación de los partidos de la Conmebol. Lo que nadie –hasta este momento– había imaginado es que ambos procesos, en apariencia inconexos, eran en realidad dos expresiones de un mismo deseo.
“Desde un principio me hicieron saber que estaba todo arreglado. Me tiraron una plata, no se vaya a creer que mucha, a lo sumo dará para medio cordero para las fiestas, un par de turrones Plucky, que son más blandos, porque a mi edad no te podés estar haciendo el loco. El acuerdo lo hice con Atilio el día del homenaje en el Estadio...
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