Había que documentar, probar, conmover, volver a probar, a redocumentar, nuevamente a conmover. Los jurados populares italianos, dijeron una y otra vez los abogados a los querellantes en la causa Cóndor que acaba de cerrar su primer capítulo en Roma, nada sabían de esa historia que pasó hace más de cuarenta años, tan, tan lejos y que tanto se parece a una película de terror. En el mismo recinto en que a lo largo de casi dos años y hasta este martes fueron juzgados en ausencia alrededor de 30 militares, policías y civiles latinoamericanos acusados de delitos de lesa humanidad –el búnquer de la cárcel de alta seguridad de Rebibbia, en las afueras de la capital italiana–, habían comparecido, en los años ochenta, decenas de capos de la Cosa Nostra siciliana. “Vaya si la mafia es una organizaci...
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