El máximo goleador histórico de Uruguay, Luis Suárez, venía de jugar en el Liverpool fc, en la Premier League inglesa, con una lesión en un menisco provocada por el galés Paul Dummet, del Newcastle, con dolores insoportables en su práctica, con la necesidad de recuperarse contrarreloj mientras Uruguay era derrotado por Costa Rica y debía enfrentarse a la selección de Inglaterra. Todos los uruguayos lo esperaban.
“Si Uruguay no sufre, no es Uruguay”, sentenció Suárez. Era Inglaterra, otra vez, pero enfrente. En la liga inglesa lo premiaron pero también lo persiguieron porque se desataba en él una salvaje intemperancia, un aire levantisco y rabioso e irracional, una y otra vez. Mordió, insultó, lo suspendieron numerosos partidos, clamaron por sanciones ejemplares, alegatos, arrepentimie...
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