UNO. Desde hace un buen tiempo, no hay políticas públicas sin argumentación científica. Esta constatación no equivale a una declaración de fe tecnocrática ni anuncia que esta columna vaya a desarrollar a fondo el manido tema de la relación entre políticos y técnicos. Simplemente viene a cuento de la posible reformulación de una de las políticas más polémicas de la historia, la llamada “política del hijo único” china.
Los pocos que han relatado desde dentro su creación en 1979, cuando sustituyó la política de estímulo a la natalidad impulsada por Mao con una propuesta radicalmente opuesta, han descrito la intensa interacción entre el discurso científico y el político durante el proceso, con el primero dando un salto cualitativo de verosimilitud, legitimidad e influencia. Lo anec-dótico es r...
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