Detrás de esas montañas está el peligro. Montañas que vistas desde aquí ni siquiera parecen demasiado altas. Pero un domingo a las diez de la mañana es temprano en cualquier parte. En pantalón de dormir y con una camiseta del equipo de básquetbol universitario de Miami, Reifat Nasrallah luce recién levantado.
Le cuesta entrar en calor en la conversación. Se para. Pide que traigan café. Regresa. Vuelve a pararse a buscar los cigarrillos. Finalmente se sienta en el amplio sofá de la sala de su pequeña mansión. No espera la primera pregunta para empezar a hablar.
Comandante de las milicias de autodefensa de esta ciudad de 25 mil habitantes, tiene muy frescos en la memoria los ejemplos de Irak y Siria.
—Cuando las poblaciones cristianas son expulsadas por el avance de los islamistas, ya no pue...
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