En setiembre de 1975 la revista parisina Le Nouvel Observateur publicaba: “El verdugo de Sevilla, uno de los tres estranguladores oficiales de España, está en Madrid. Seis hombres y cinco mujeres podrían ser agarrotados en cualquier momento...”.1 Mientras, Costa-Gavras viajaba a Madrid junto a Yves Montand, Michel Foucault, Claude Mauriac, Jean Lacouture y Régis Debray para difundir un escrito firmado, entre otros, por Jean-Paul Sartre, André Malraux, Louis Aragon y Pierre Mendes-France, que denunciaba a los tribunales de excepción de Franco que habían condenado a muerte y sin pruebas suficientes a 11 activistas políticos, entre ellos dos mujeres embarazadas.
No alcanzaron casi a terminar la lectura y repartir algunos impresos cuando fueron forzados a salir de España en el primer avión dis...
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