Denis Johnson perteneció a esa larga estirpe –tan paradójicamente popular en Estados Unidos– de escritores alérgicos a los medios de comunicación. Como Salinger o Pynchon, Johnson ocultó deliberadamente su vida detrás de su obra, destilando la primera en la segunda y dejando un breve anecdotario biográfico que se repite en las solapas de sus libros y que los lectores devotos y la prensa especialmente obsesionada ya hace rato se saben de memoria. Que nació casualmente en Múnich pero creció entre Tokio, Manila y Washington; que desde que se hizo conocido había vivido recluido en su casa de Idaho con su familia y educando a uno de sus hijos completamente en el hogar.1 Johnson era una anomalía dentro de un ambiente literario cada vez más dado a la exposición y promoción de los autores como per...
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