No como ocurrió en su momento con el café La Diaria o como casi ocurre hace un par de meses con la milonga La Mordida. La clausura días atrás del sótano de Paullier y Guaná no tuvo que ver con denuncias por ruidos molestos.
Tampoco por eso se cerró Casa Ñandú, un local de la zona del bajo montevideano cedida en comodato al colectivo Music Factory, proyecto cultural de pequeña escala (pero “ambicioso” en palabras de sus gestores) pensado en torno a la creación y el intercambio de música en vivo como eje central de la propuesta.
Sin embargo, rápidamente, el rumor se instaló en el boca a boca, circuló por las redes sociales en expresiones de descontento por la pérdida de espacios que, a criterio de sus usuarios, son valiosos, necesarios.
El vencimiento de permisos policiales fue lo que desenc...
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