Lo recuerdo perfectamente. Era una noche de otoño del año 2003, y paseando con mi amigo Nacho por una amplia y solitaria avenida de Madrid, me dijo: “no sabés lo que me enojé cuando mi padre regaló el baúl con el que vinimos de Montevideo”. Ese fue el disparador. El baúl de mi amigo me hizo recordar otro baúl, que también había sido regalado previo a disgustos filiales, con el que mi familia y yo salimos de Montevideo en 1976 con destino a Barcelona. En ese momento me di cuenta de que Nacho era prácticamente la única persona que conocía de mi generación, que había salido de Uruguay en las mismas condiciones que yo y que se había exiliado con su familia en España. A partir de ahí comencé un lento y largo camino por remover mi pasado y por conocer el pasado de esa generación que nació en Uru...
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