Acabo de verlo subir la planchada del Talk of the Town mientras sus amigos agitan los brazos en el muelle, los tres jóvenes, flacos, con las solapas de los sacos levantadas y los tobillos desnudos por el viento que les agita la ropa. Uno tiene gorra, el otro no tiene medias, el tercero disimula un agujero en el pantalón. El padre saluda también, varios metros detrás, con un paraguas cerrado en la mano. “A qué viniste –lo echó hace un rato–, te dije que era una despedida de amigos, viejo, de eso nunca hubo nada entre los dos.” Pero el padre regresó a la hora de la partida. Sobre la derecha, dos mujeres caminan del brazo hacia el edificio de la aduana mientras un tipo de bufanda al cuello fuma recostado en unas cajas de embalar, otro mira las aguas ennegrecidas y dos más rodean una grúa nuev...
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