Hace unos siete años, un primo mío fue acusado de abusar de una menor (su novia) por la denuncia de sus futuros suegros. Marchó detenido a un juzgado, pidió auxilio, lo socorrí, me consiguieron un "defensor de oficio", fuimos a la calle Misiones y vivimos el calvario... Familia acusadora y "víctima" presentes en el mismo jolcito pequeño del juzgado, entreverados con nosotros, "los" acusados; rostros hoscos, malignos, amenazantes (no los noviecitos, que se tiraban besitos cuando no los veían sus mayores). El abogado (un ave... digo, un ave/zado en tales lides) entraba y salía del despacho del señor juez. Nervios, tensión..., que ya viene el forense. Que "depende si constata penetración", que la cosa es grave, que la mano viene mal... Iba y venía (entraba y salía –como quien dice–, y perdon...
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