“Terreno baldío”, leían los ojos recaudadores del Estado. Pero aquello no era ningún descampado: la malhumorada burguesía porteña –no sólo la que patalea para que acabe la década perdida– había construido con suma discreción otro oasis cercado en la provincia de Buenos Aires. Aunque había olvidado declarar que en aquel baldío se levantaba ahora un ostentoso country con más de cien lujosas casas con piscinas, coquetas plazas temáticas, lagunas recreativas, zonas deportivas y un moderno club house con gimnasio, spa, restaurante y sauna. Un pequeño olvido que rondaba los 250 mil dólares de evasión impositiva. Lo novedoso, sin embargo, no era la amnesia egoísta de los viejos o nuevos ricos de Argentina, sino cómo el Estado, aquel Leviatán miope que al mirar no veía, se las arregló para advert...
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