El último episodio de mortandad masiva de abejas ocurrido en Salto hace algunos días volvió a poner sobre la mesa un tema que los apicultores denuncian desde hace varios años: la casi imposible coexistencia entre el actual modelo agrícola y la apicultura. En este caso se comprobó la afectación y muerte de 1.800 colmenas a raíz de la fumigación de un monte de mandarinas de la empresa Caputto con un insecticida llamado Lorsban (clorpirifos), un organofosforado muy peligroso para la salud humana. Según trascendió, la propia empresa reconoció ante el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (Mgap) la aplicación del producto en plena floración, práctica que está explícitamente prohibida. Y no fue un accidente, fue una acción decidida por cuestiones de mercado: evitar que la fruta tenga semi...
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