Bonomi, las contradicciones y la discrecionalidad
Toda buena investigación lleva tiempo y cautela. Eso parece más imperioso cuando es la propia organización la que se investiga a sí misma. Y ni que hablar cuando se trata de la Policía. El ministro Eduardo Bonomi no es el jefe de la Policía, ni es el líder espiritual de una corporación de uniformados. Es un ministro designado por un poder civil democráticamente electo y por tanto alguien que debe velar por el interés general de la ciudadanía. Es al mismo tiempo un administrador, y como tal, debería mantener la equidistancia propia de quien debe moverse entre esa delicada “raya” que delimita el uso del monopolio legítimo de la fuerza y las garantías de los debidos procesos.
Pero Bonomi se ha apresurado ya demasiadas veces. Ha optado por...
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