Presentada por sus dirigentes como una “asociación sin fines de lucro”, la Federación Internacional del Fútbol admitió en 2013 reservas por más de mil millones de euros, e ingresos aun superiores. Sus capitostes, dirigidos por el suizo Joseph Blatter, tuercen la mano a gobiernos, cambian leyes nacionales, se rigen por estatutos privados fuera del alcance de la justicia ordinaria, y pagan y reciben sobornos en toda impunidad. Investigaciones periodísticas no desmentidas presentan a la fifa como una mafia, y a las fifitas regionales que la sostienen como submafias que se enfrentan o se alían entre sí por intereses bastante alejados de cualquier “pasión futbolera”. De sus variables relaciones con el poder central y su ramificación sudamericana depende la suerte de la pequeña subfifita uruguay...
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