La luz verde de Trump a Israel: primero los Altos del Golán, ¿luego Cisjordania? - Semanario Brecha

La luz verde de Trump a Israel: primero los Altos del Golán, ¿luego Cisjordania?

Trump e Israel.

Cuando el presidente Donald Trump mudó la embajada de Estados Unidos al Jerusalén ocupado el año pasado, saboteando así cualquier esperanza de establecer un Estado palestino viable, hizo saltar en pedazos el libro de normas internacionales.

La semana pasada se dedicó a pisotear las páginas destrozadas. Lo hizo, por supuesto, vía Twitter.

En referencia a una larga franja de territorio sirio que Israel anexó en 1967, Trump escribió: “Después de 52 años, es hora de que Estados Unidos reconozca la soberanía de Israel sobre los Altos del Golán, algo de importancia estratégica crítica para el Estado de Israel y la estabilidad regional”.

Israel expulsó a 130 mil sirios de los Altos del Golán en 1967, durante la guerra de los Seis Días, y catorce años después anexó el territorio –en violación del derecho internacional–. Una pequeña población de drusos sirios es la única sobreviviente de esa operación de limpieza étnica.

Replicando sus actuaciones ilegales en los territorios palestinos ocupados, Israel inmediatamente estableció colonos judíos y emprendimientos comerciales en el Golán.

Hasta ahora, ningún país había reconocido ese acto de pillaje. En 1981, los miembros de la Onu, incluido Estados Unidos, declararon “nulos” los esfuerzos israelíes por cambiar el estatus del Golán.

En los últimos meses, sin embargo, el primer ministro israelí, Biniamin Netaniahu, comenzó a intensificar los esfuerzos para destruir ese consenso y ganar para su causa al único superpoder mundial.

Fue movido a actuar cuando Bashar Al Assad –con la ayuda de Rusia– empezó a revertir de forma decisiva las pérdidas territoriales sufridas por el gobierno de Siria durante la guerra que afecta a ese país desde hace ocho años.

Los combates atrajeron a una multitud de otros actores. El propio Israel usó el Golán como base desde la que lanzar operaciones encubiertas para asistir a los oponentes de Assad en el sur de Siria, incluyendo a combatientes del Estado Islámico. Irán y la milicia libanesa Hizbolá, entretanto, intentaron limitar el margen de maniobra de Israel actuando en nombre del líder sirio.

La presencia cercana de Irán fue el pretexto usado por Netaniahu para que Israel tomara posesión permanente de la zona, calificándola como una barrera vital contra los esfuerzos iraníes en pos de “usar Siria como una plataforma para destruir Israel”.

Previamente, cuando Assad perdía terreno frente a sus enemigos, el líder israelí hizo un alegato diferente. Entonces, sostuvo que Siria se estaba rompiendo en pedazos y que su presidente nunca estaría en posición de reclamar el Golán.

La actual racionalización de Netaniahu no es más persuasiva que la anterior. Rusia y la Onu ya han avanzado en reestablecer una zona desmilitarizada en el lado sirio de la línea de separación. Esto impediría que fuerzas iraníes puedan desplegarse en los Altos del Golán.

A pesar de ello, en una reunión entre Netaniahu y Trump en Washington este lunes, el presidente estadounidense convirtió su twit en una orden ejecutiva.

El momento elegido es significativo. Se trata de otro vulgar intento de Trump de intervenir en las elecciones israelíes, fijadas para el 9 de abril. Esto proveerá a Netaniahu de un gran incentivo en momentos en que enfrenta acusaciones de corrupción y una amenaza creíble desde un partido rival, Azul y Blanco, encabezado por ex generales del ejército.

Netaniahu apenas pudo contener su alegría tras el twit de Trump, y al parecer lo llamó para decirle: “¡Hiciste historia!”.

Pero, en verdad, no se trató de un capricho. Israel y Washington han estado apuntando en esta dirección desde hace tiempo.

En Israel, hay un entendimiento multipartidario para quedarse con el Golán.

Michael Oren, ex embajador israelí en Estados Unidos y confidente de Netaniahu, lanzó formalmente el año pasado un plan para cuadruplicar la cantidad de colonos en la zona y llevarla hasta 100 mil en el plazo de una década.

El Departamento de Estado dio su aparente aprobación el mes pasado, cuando incluyó los Altos del Golán dentro de la sección dedicada a Israel en su reporte anual de derechos humanos.

Este mes, el senador republicano Lindsey Graham hizo una gira por el Golán en un helicóptero militar israelí, junto a Netaniahu y David Friedman, el embajador de Trump en Israel. Graham dijo que él y el senador Ted Cruz intentarían convencer al presidente de Estados Unidos para que cambiara el estatus del territorio.

Mientras tanto, Trump no ha escondido su desdén por el derecho internacional. Este mes, sus funcionarios prohibieron la entrada a Estados Unidos a personal de la Corte Penal Internacional (Cpi) con sede en La Haya, que investigan crímenes de guerra estadounidenses en Afganistán.

La Cpi se ha visto enemistada tanto con Washington como con Israel tras sus iniciales y exiguos intentos de hacerles rendir cuentas.

Sea cual sea la versión de Netaniahu acerca de la necesidad de evitar una amenaza iraní, Israel tiene otras razones, más concretas, para quedarse con el Golán.

El territorio es rico en recursos hídricos y provee a Israel de un control decisivo sobre el Mar de Galilea, un gran lago de agua dulce de crucial importancia en una región que enfrenta grandes problemas con el agua.

Los 1.200 quilómetros cuadrados de tierra robada son explotados a destajo, desde florecientes viñedos y huertos de manzanas hasta una industria turística que, en invierno, incluye las laderas cubiertas de nieve del monte Hermón.

Según indica la organización israelí de derechos humanos Who Profits, en un informe de este mes, compañías israelíes y estadounidenses también están estableciendo parques eólicos comerciales para vender electricidad.

Además, Israel ha estado cooperando silenciosamente con el gigante energético estadounidense Genie para explorar potenciales reservas de petróleo bajo el Golán. El asesor y yerno de Trump, Jared Kushner, tiene inversiones familiares en Genie. Pero extraer el petróleo será difícil, a menos que Israel pueda argumentar de forma plausible que tiene soberanía sobre el territorio.

Por décadas, Estados Unidos había presionado regularmente a Israel para que entrara en conversaciones de paz con Siria, tanto a nivel público como secreto. Hace sólo tres años, Barack Obama apoyó una reprimenda del Consejo de Seguridad de la Onu a Netaniahu por afirmar que Israel nunca renunciaría al Golán.

Ahora Trump ha dado luz verde a Israel para que se aferre a él de forma permanente.

Pero, diga lo que diga, la decisión no traerá seguridad para Israel ni estabilidad regional. De hecho, convierte en un sinsentido el “acuerdo del siglo” de Trump –un plan de paz regional largamente demorado para poner fin al conflicto israelí-palestino que, según los rumores, podría develarse poco después de las elecciones en Israel.

En cambio, el reconocimiento de Estados Unidos será visto como una bendición por la derecha israelí, que clama por anexar vastas áreas de Cisjordania, lo que pondría el clavo final en el ataúd de la solución de los dos estados.

La derecha de Israel puede argumentar: “Si Trump ha dado su consentimiento para nuestra apropiación ilegal del Golán, ¿por qué no también para nuestro robo de Cisjordania?”.

(Tomado de Counterpunch.org, por convenio.)

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