Ron Mueck en la Proa
Siempre causa algo de espanto la posibilidad de que el cuerpo humano sea representado. La escultura y la pintura lo han intentado por siglos y de alguna forma han fracasado en la búsqueda de la copia fidedigna: esos cuerpos no huelen, no respiran. Ese fracaso trae cierto alivio a una especie que no sabemos si soportaría contemplar –y convivir con– su reproducción absoluta a través de la técnica, la tecnología o el arte. O que sí la soporta pero como un asunto onírico, encuadrado en el desarrollo científico y su perversidad, o por medio de la ciencia ficción. Los replicantes, esos humanos artificiales de la película Blade Runner, ya trajeron hace más de tres décadas esa perturbación al cine. Pero el cine y su representación es otra –larga– historia.
Ahora la Fundac...
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