No soy de los que creen que el fútbol sea el opio de los pueblos, pero tampoco enciende mi pasión la competencia deportiva. Soy de aquellos que piensan que gane el mejor, el de mayores virtudes deportivas. Sin embargo no puedo dejar de mirar el deporte desde lo que significa para la alegría de los pueblos, para la economía, el desarrollo, para las redes mafiosas, para el sistema financiero. En cada partido de la Copa del Mundo descubro nuevos aspectos de las múltiples facetas de la multinacional que juega con la esperanza de la gente mientras especula con los miles de millones de la franquicia que le otorgó a Brasil. El 95 por ciento de los ingresos quedan para la fifa, apenas el 5 por ciento para el organizador.Con razón se quejan los conductores del transporte público de San Pablo, los ...
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