Eduardo Lizalde
Dime tu nombre, cosatu desnudo tejidopor el nombre y sus cáñamos seguros.Bestia que el solo grito de su cazadorya enjaula,mosca en su claustro edénico de miel,oveja ensoñada por el copode su ovillo futuro.
Cosa, cómo te llamas.Si el nombre humea por tu cuerpocomo la trepadora escrita,la hiedra de frutos salivaresurdida flor a flor con tu materia–como trabando el agua con el vidrio sin romper el agua–,sí te llamas entonces,ente bautizadoque la lengua pule en su taller sonoro.
(Fragmento de “Cada cosa es Babel”)
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Cualquiera de las formas que se elija para ir desde Managua a Ciudad de México terminará con el viajero sentado en una silla del café La Ópera con el cuello torcido buscando en el techo el agujero de la bala que disparó Pancho Villa. O en otra ...
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