María Auxiliadora Delgado - Semanario Brecha

María Auxiliadora Delgado

(1937-2019).

Foto: Fernando Pena

Existen varias versiones sobre qué originó en Don Bosco la inspiración de fundar el instituto salesiano Hijas de María Auxiliadora. Una de ellas dice que se lo sopló en un sueño la Virgen María para que atendiera también las dificultades que mujeres y niñas tenían frente al desarrollo industrial del siglo XIX. En lo que no parece haber dudas es en la decisión del sacerdote italiano de investir a madre Mazzarello como la superiora de las salesianas, aunque ella renegara de ese título por considerar que la superiora era la propia María Auxiliadora. De madre Mazzarello suele destacarse su sencillez y su empeño en su gran trabajo social, pero la persona más asociada a la popularización de la invocación de María como “auxilio de los cristianos” es don Bosco.

“Lo que siento por María Auxiliadora es difícil de explicar. Yo soy de María Auxiliadora y me siento partícipe de la familia salesiana”, afirmó en 2017 María Auxiliadora Delgado para el boletín de esa congregación religiosa en una de las poquísimas entrevistas que concedió. Contó que de pequeña armaba un pesebre para homenajear a la virgen que le dio su nombre y en mayo, el mes “glorioso” de su festividad, recorría todas las iglesias de Montevideo donde estuviera presente. También coleccionaba rosarios. El primero de todos fue uno de oro que heredó de su papá, cuya muerte ocurrió cuando ella tenía 3 años. Él se lo había regalado a su mamá el día del casamiento; la colección incluye otros rosarios memorables, como los que María Auxiliadora recibió de distintos papas.

Antes de que Tabaré Vázquez incursionara en la política partidaria, ella era Mary (o Mari). A partir de entonces, fue María Auxiliadora a secas, como hoy se la conoce. Ambos se conocieron en la adolescencia (ella 19, él 16) en una quermés salesiana, la primera en la que participaron mujeres y varones. Sus casas de La Teja estaban separadas por cuatro cuadras, pero hasta entonces nunca se habían cruzado. Con el tiempo, ella fue encarnando una “vocación de servidora” en el oeste de Montevideo, pero asumió tareas domésticas y de cuidados desde muy pequeña, en una familia numerosa, donde era la menor de 11 hermanos.

La esposa del presidente renegaba del mote de primera dama porque, en sus palabras, nunca soñó con pertenecer a una familia de notoriedad. Se encontraba cómoda en el lugar de “ama de casa” y, de hecho, de esa autodefinición parten los recuerdos que dejó en vecinos, dirigentes políticos y comunicadores: una señora “con mayúsculas” que salía a barrer la vereda en delantal, un “ser de luz” que ayudaba silenciosamente a los más necesitados “con amor de madre”, siguiendo siempre los pasos de Tabaré. El arzobispo Daniel Sturla lo sintetizó así: “Una señora con una sencillez impresionante y al mismo tiempo una compañera muy fiel del presidente –pensemos todo lo que eso significa–, y con una preocupación por los más humildes”.

La tarea más visible públicamente fue la del Programa de Salud Bucal, que dirigió durante el primer gobierno de Vázquez y amadrinó en el actual. La única vez que María Auxiliadora participó de una actividad oficial causó revuelo. No se habían cumplido dos meses desde que la izquierda había llegado al poder –con toda la expectativa que eso suponía– cuando Vázquez envió a su esposa y a su hijo Álvaro a darle el último adiós al papa Juan Pablo II, en su nombre y en el de todos los uruguayos. “En la familia, al no haber podido ir mi esposo, nos pareció que debíamos ir y vamos, pero sinceramente (vamos) en representación del pueblo uruguayo, y creo que todos lo van a tomar de la misma manera que nosotros”, declaró María Auxiliadora a los periodistas.  La participación no estuvo exenta de cuestionamientos, ya que durante ese viaje la laica embajada uruguaya organizó una misa en honor al papa muerto, y tanto la esposa como el hijo de Vázquez, llegaron a hacer “contactos” para obtener colaboraciones económicas de la Iglesia para el flamante Plan de Emergencia. A su regreso de la actividad oficial, ofreció a los periodistas presentes en la conferencia, medallas bendecidas en el Vaticano.1 Estas amenazas a la laicidad fueron señaladas en los días siguientes.

El martes 31, durante la madrugada, el corazón de María Auxiliadora se detuvo. Sus restos fueron enterrados en el Cementerio de La Teja, en el oeste de Montevideo. En esa zona, curiosamente, desembarcó por primera vez en América Latina una expedición de las Hijas de María Auxiliadora, allá por 1877.


1.             Véase Brecha, 22-V-05.

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