“La fuerza del amor”
Todo está claro. Demasiado claro. Lo blanco es blanco, lo negro es negro, lo bueno es sublime, lo malo es indefendible. Cada ingrediente narrativo se retroalimenta a sí mismo y está expuesto sin cortapisas ni ambigüedades. Y es justamente debido a eso que hay algo, interior o dramático, que lleva a que esta película* discursiva y enfática termine no cerrando allí donde el cierre parece imponerse como una obligación. Si la dictadura birmana fuera tan irracional y obtusa, si el dictador en jefe siempre se dejara guiar sin dudarlo por tarotistas o espiritistas de ocasión, si la oposición interna a la tiranía nunca cayó en divisiones, contradicciones o errores, si su apoyo externo jamás se dejara ver, oír o notar, si la figura de la heroína-mártir Aung San Suu Kyi fuera t...
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