Si miramos históricamente, desde fines del siglo XIX los estados occidentales centrales han construido dos tipos de respuestas para la pobreza que el capitalismo genera en la clase que lo sostiene: la protección social (destinada a los trabajadores asalariados formales y sus familias) y la asistencia (destinada a minusválidos, niños y ancianos incapaces de trabajar). Durante una parte del siglo XX, la llamada “época de oro”, se lograron niveles de bienestar relativamente altos, ampliando la protección social y minimizando la asistencia. Aunque las desigualdades sin duda continuaron, el conjunto de la población –de manera cuasi universal– alcanzó el disfrute de algunos bienes y servicios públicos considerados básicos, y por tanto derechos universales. Aunque incompleto e inconcluso, Urugua...
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