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Obreros con botas

Salen a la calle con una capacitación que no les brinda herramientas para protegerse, con chalecos y armas en mal estado. Varios ya peinan canas y otros tantos nacieron en República Dominicana, Paraguay o Venezuela. Los trabajadores de la seguridad privada tienen un rol preponderante en una sociedad que cada vez demanda más servicios de esta naturaleza, pero ganan como proletarios sumergidos.

Apenas apoyados en un taburete, refugiados en casillas de chapa, expuestos al sol o al frío, parados a la entrada de un supermercado o de un banco, cumplen su horario, a paso de tortuga, buena parte de estos trabajadores.
Es un sector que se despliega en un gran abanico de subrubros: el transporte de valores, la custodia de locales comerciales, de cobranza y bancarios, los servicios de seguridad de los boliches nocturnos y de espectáculos deportivos, la vigilancia de grandes predios rurales, de guardaespaldas y de atención a las alarmas, que en general incluyen la respuesta de efectivos en el lugar. Los hay armados, con perros, a pie, motorizados e incluso a caballo en zonas agrarias. Esa amplia gama en el ejercicio de la seguridad privada se traduce en realidades variopintas y en salarios...

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