Es mucha la gente que sube por las escaleras del Radisson para dirigirse al acto y también la que baja de los dos ómnibus interdepartamentales estacionados frente al hotel. El público parece muy heterogéneo: hay personas de todas las edades, algunas con atuendos formales, otras con vestimentas casuales que revelan un aspecto humilde.
Las puertas del salón se abren: dos pantallas gigantes sobre el escenario muestran la invitación al evento y una gigantografía en medio de ellas, el nombre de la agrupación y el rostro de su líder, Edgardo Novick. Hay casi 500 sillas tapizadas en rojo sobre una moquete estampada y del techo cuelgan espléndidas arañas de cristal. “Pueden sentarse de la tercera fila para atrás. Las primeras dos son para dirigentes y familiares”, repite una y otra vez una muchach...
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