Nada de luces, vendas en los ojos y comienza el duelo. Los motores rugen, hay que buscar el límite –de la velocidad, de lo permitido, del sentido común– y cruzarlo, aunque eso implique morir en el intento. Ya no alcanza con correr para ver quién llega primero, el juego es buscar el mayor riesgo posible.
Cruzar un semáforo en rojo a máxima velocidad, atravesar una ruta con los ojos tapados, enfrentar moto contra moto hasta que el primero que se desvíe se vuelva “gallina”, enfilar con las luces apagadas de frente a un auto que viene por la ruta para probar la reacción del chofer... No son sólo “picadas”. Son variantes de una práctica potencialmente fatal que ha evolucionado hacia modalidades extremas y clandestinas. “Gallina”, “gallinita ciega”, “ruleta rusa”, “Superman”, son algunos de...
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