Hay gente que declara no saber observar ni decir nada sobre el color de los ojos. Y en compensación, quizás, tiende a afirmar que es tanto mejor entender cómo la mirada mira. No era este precisamente el caso de Gore Vidal. En la isla de Delos, tierra del dios Apolo, y en el año 1961, el escritor dio finalmente con el “color ártico” que los ojos de su amigo Paul Newman reclamaban. A los 86 años se fue el detallista feroz, el último escritor del Ágora, el provocador inmodesto, el pensador poseso respecto a su país, Estados Unidos, su política y su historia.
Muerto Norman Mailer, némesis ideológico de Vidal aunque seguramente el polemista de su promoción que más lo desafiaba, quien naciera en 1925 bajo el nombre de Eugene Luther Gore Vidal hacía rato que había quedado huérfano en el dicc...
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