María Eugenia Vaz Ferreira expuesta
Una exposición dedicada a la poeta del 900 convoca junto a su memoria las complejidades de un familiar y las ausencias de un archivo. Acaso María Eugenia Vaz Ferreira pudo ser recordada como “La solitaria de la calle Buschental”, título que evoca al de “La solitaria de Amherst”, como se llamó a Emily Dickinson. Ambas comparten varios atributos y circunstancias: vivieron solas y solteras, sus poemas sólo se publicaron póstumamente, murieron vírgenes. Emily nació y vivió en esa localidad de Nueva Inglaterra, María Eugenia creció en una quinta en el Prado en la calle que lleva ese nombre de fonética algo ominosa. No se la debe confundir, sin embargo, con la quinta mítica de los Vaz Ferreira donde su hermano el filósofo auspiciaba cada jueves veladas musical...
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