A mediados del siglo pasado, digamos en 1950, cualquier médico obstetra, en cualquier parte del mundo, conocía las investigaciones que Roberto Caldeyro y Hermógenes Álvarez llevaban a cabo en Montevideo. Del mismo modo, cualquier matemático interesado en el campo de las ecuaciones diferenciales, donde fuera que estuviere, conocía el trabajo de José Luis Massera, que completaba las investigaciones originales de Aleksandr Lyapunov en teoría de la estabilidad. Pero ellos eran los únicos, o prácticamente los únicos. Casi ningún otro investigador uruguayo de mediados del siglo pasado hacía un trabajo que fuera de referencia mundial. Desde luego, había en el país grandes investigadores, como Washington Buño y Clemente Estable, cuya producción intelectual tuvo sin embargo un impacto menor fuera ...
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